jueves, 23 de enero de 2014

Remembranza I

Y corrí al precipicio para ver que había abajo de las nubes y me encontré con un río donde abundaban sirenas.

Su canto me hechizó y besé a algunas de ellas, pero me negué a nadar en el fondo de sus corazones.

¡Oh! ¡Cuántas pasiones!

Huí de la orilla y volé hacia mis sueños, sin importar si se cumplían, sin importar si mis alas se derretían por estar ceca del sol.

Eternas las horas felices brincando entre las nubes, batiendo batallas junto a mi princesa y arrancándonos el corazón en cada despedida.

Porque no nací para estar inmóvil; siempre volando, siempre libre, siempre rompiendo mis propios paradigmas.

Cuanta destrucción ha traído mi egoísmo, pero no es hora de echarse a llorar.

Hoy es tiempo de confesar el arrepentimiento y construir el futuro, dejar de estar muerto y correr a abrazar el amor.

¿El de las Sirenas?

No, mejor el la Vida.

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